domingo, 20 de febrero de 2011

Ráfaga fotográfica de viajes (febrero 2011)

Ráfaga de fotos de viajes (febrero 2011). Sierra Nevada y Sub-bética cordobesa

A través de un rollo de papel higiénico

La "bola" amarilla aunque no lo parezca es UNA NARANJA

Farola entre columnas. Sierra Nevada



Papel higiénico y nieve. Sierra Nevada


Escultura "Relectura de Dalí" de Norma Santaella. Plaza de Carvantes en Santaella (Córdoba)

Calle San Cristóbal. Santaella (Córdoba)

Museo del Castillo del Moral. Lucena (Córdoba). Fa en la prehistoria


Busto de Niceto Alcalá Zamora. Casa natal en Priego (Córdoba)

Una calle que puede ser alta y baja a la vez. Montilla (Córdoba)

Torre del Reloj. Aguilar de la Frontera (Córdoba)

martes, 15 de febrero de 2011

Tres tristes tigres (Guillermo Cabrera Infante)

La novela "Tres tristes tigres" fue mi primer contacto con la literatura de Guillermo Cabrera Infante. Y aún recuerdo el extraordinario momento que pasé leyendola. Desde entonces me he surtido de casi toda su obra que nunca me ha defraudado. 
G. Cabrera Infante, cubano de nacimiento pero inglés de adopción, colaboró con Fidel Castro en los inicios de la revolución cubana pero pronto la abandonó al darse cuenta de los derroteros que tomaba, muy lejos de lo que, para él, debía de ser el rumbo de una Cuba libre y democrática. Y también abandonó la isla, a la que nunca pudo regresar, denostado por el castrismo.
La novela sufrió dos inmisericordes censuras: la de Fidel Castro en Cuba  y,  en España, la de Franco. Dos dictaduras que huían (en Cuba aún hoy en día) de las libertades, aunque sólo emanaran de letras escritas en un libro.
Se ha dicho que "Tres tristes tigres" es la gran novela de la música cubana, de la vida nocturna de La Habana en una época mágica y a ritmo de bolero. El lenguaje en el que está escrito es único e inconfundible de este escritor. El lector, desde el comienzo, se erige en un personaje más como observador de toda una fauna que sólo pretende divertirse en un ambiente lúdico y de evasión.
 



Guillermo Cabrera Infante

martes, 8 de febrero de 2011

El autobús (cuento)


EL AUTOBÚS

   Es muy infrecuente que me desplace en autobús. Pasan meses e incluso años sin que utilice este medio de transporte público en la ciudad. Pero esa mañana temprano acababa de dejar el coche en el taller y no tuve más remedio que tomar el autobús de línea nº 6 que me dejaba bastante cerca de mi lugar de trabajo.


   Necesité preguntar por el importe del billete y me senté al lado de una ventanilla. Previendo esta circunstancia había escogido un libro de mi biblioteca para pasar el rato. Concretamente un libro de poemas de Yorgos Seferis, que me apetecía releer.


   En la siguiente parada subió una mujer joven, a la que casi yo doblaba la edad, ocupando el asiento de al lado. Sacó de su bolso un libro y mi sorpresa fue enorme al comprobar que era el mismo libro que yo estaba leyendo, aunque en una edición distinta. La probabilidad de esta coincidencia se me antojó infinita.

   Nos miramos de reojo y en un acto reflejo y síncrono, como si nos hubiésemos puesto de acuerdo, apoyamos el libro sobre nuestros respectivos regazos y sonreímos, quedando nuestros ojos frente a frente durante varios segundos, como si se tratara de un espejo.

   Durante el largo trayecto (ambos nos bajaríamos en la última parada) hablamos primero del libro que casualmente habíamos elegido ese día y después de otras cosas que parecían unirnos tanto como la propia obra de Seferis.

   Desde ese día y a pesar de que ya disponía de mi vehículo, tomo el autobús a la misma hora, esperando que ella suba en la parada siguiente, reservándole el asiento a mi lado.

   Han pasado ya tres meses y nuestra complicidad es absoluta. No sé casi nada de su vida y ella tampoco mucho más de la mía. Sólo hablamos de literatura y de temas intranscendentes según la óptica general de la gente pero que nosotros consideramos importantes para el desarrollo de un ser humano.

   En ocasiones nuestras manos se rozan y nuestros cuerpos se acercan tanto que puedo oler su cuello y sentir el cosquilleo de algunos cabellos sobre mi rostro.

  Esta mañana ella se ha despedido dándome un beso en la cara, diciéndome que no volvería a tomar este autobús. Ha dejado sobre su asiento el libro de poemas de Seferis, que dejaba entrever una nota que ahora leo en voz baja:

   -“No quiero arriesgarme a conocerte mejor. Probablemente seas el hombre de mi vida, pero no puedo, ni debo, arrojar por tierra mi situación actual, casada y con un hijo, en la que me encuentro hasta cierto punto, feliz. No sé si estoy enamorada de tí, pero, sea cual sea este sentimiento, guardaré en secreto tu presencia en lo más profundo de mi alma”-

martes, 1 de febrero de 2011

Dennis Oppenheim

El pasado 24 de enero falleció el artista estadounidense Dennis Oppenheim, una de las referencias fundamentales del arte conceptual como escultor profundamente innovador y vanguardista. Fue un explorador de esta corriente artística y sus obras gozan de una gran originalidad, tanto en lo que se refiere a sus esculturas basadas en construcciones arquitectónicas, muchas de ellas exponentes del "arte público" invadiendo con sus trabajos espacios urbanos, como de curiosas "performances" increibles y audaces.