EL ÁRBOL DE LA INDIA
De un viaje a la India traje semillas de un árbol cuyos frutos me parecieron fascinantes. El guía, riéndose, tradujo las palabras del viejo a quien se las compré por algunas monedas de ínfimo valor. Afirmaba que el árbol cambiaba cada cierto tiempo de aspecto dando frutos distintos. Con poca fe en que prendieran, las planté en mi jardín y creció en poco tiempo un árbol frondoso y cargado de unos frutos amarillos para mí, desconocidos. Cada dos o tres meses cambiaba efectivamente de aspecto y daba frutos nuevos de diferentes colores y formas.
Esta mañana escuché en el jardín ruidos como de niños jugueteando en una guardería. Observé que de las ramas del árbol colgaban unas cabecitas con ojos y bocas formando una algarabía de risas y llantos. Me he encerrado en mi casa y no me atrevo a salir hasta que no venga mi jardinero.
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