Hoy traigo a mi blog a José Manuel Ciria, artista español aunque nacido en el Reino Unido - Manchester (1960) y residiendo en Nueva York, cuya obra gira en torno a la figuración y la abstracción.
He escogido de su obra, un muestra de cabezas (Rorschach Heads), de rostros humanos que reflejan una tensión gestual hasta cierto punto, grotesca y violenta pero como él mismo comenta "rostros asustados o que buscan ternura o comprensión por parte del espectador". Se ha dicho que pueden ser retratos del propio artista, pero también metáforas de una especie de demografía mundial de horrores y de torturas psicológicas. Parece querer llevar al espectador a los límites de la crueldad, de la locura o del egoismo.
Ciria es considerado en la actualidad como uno de los pintores más consolidados en el panorama mundial. El próximo año se estrenará un documental sobre su obra nada menos que el MoMA de Nueva York. Ahora, en Málaga, se puede visitar la exposición "Juegos de espejos" de parte de sus trabajos.
jueves, 22 de marzo de 2012
sábado, 3 de marzo de 2012
Color
Su primo Lucio fue el primero en darse cuenta o al menos, el primero que se lo dijo:
-¡Qué moreno te veo!
Se miró al espejo y era cierto; su cara bronceada parecía denunciar largas mañanas de playa pero sus vacaciones de verano quedaban lejos y además el invierno apenas permitía el paso de algún que otro rayo de sol.
En un par de meses, el color oscuro de su piel sobrepasaba lo llamativo. Del moreno playero iba pasando a un tostado con tintes de tizne de carbonero adquiriendo por día el aspecto de un mestizo de las Antillas.
Acudió a diversos especialistas sin que se llegara a diagnóstico alguno tras múltiples análisis y pruebas de todo tipo. Incluso en una ocasión, saliendo de la consulta de uno de los médicos, le oyó comentar en voz baja con la enfermera:
-¡Pues no qué ahora quiere el mestizo éste echarle la culpa de su color a una enfermedad!
En menos de seis meses, el color del primo de Lucio puede decirse que era ya negro, negro. Negro de los de la llamada África Negra. Él nunca se había considerado racista pero ahora, cuando se miraba las palmas de las manos, blancas como cogollos de lechuga, sus labios abultados y una piel dura y áspera como la lija, odiaba con todas sus fuerzas la raza negra.
Se atrincheró en su casa, saliendo sólo de noche cubierto con una gabardina y un pasamontañas, resbalando por las esquinas para que ningún conocido lo viera.
Hoy la prensa local se hace eco de la noticia:
-"Un hombre de raza negra organiza un escándalo en la Plaza de América. Con un sucinto taparrabos como único ropaje y armado con el palo de una fregona y la tapa de una cacerola a guisa de escudo, atacaba a todas las personas que cruzaban la plaza" "La policía consiguió reducirlo tras un violento forcejeo" "Se cree que pueda tratarse de un emigrante ilegal aunque el hombre, según fuentes de la comisaría, aportó la documentación que le acredita como ciudadano de nuestro país, desde su nacimiento"
-¡Qué moreno te veo!
Se miró al espejo y era cierto; su cara bronceada parecía denunciar largas mañanas de playa pero sus vacaciones de verano quedaban lejos y además el invierno apenas permitía el paso de algún que otro rayo de sol.
En un par de meses, el color oscuro de su piel sobrepasaba lo llamativo. Del moreno playero iba pasando a un tostado con tintes de tizne de carbonero adquiriendo por día el aspecto de un mestizo de las Antillas.
Acudió a diversos especialistas sin que se llegara a diagnóstico alguno tras múltiples análisis y pruebas de todo tipo. Incluso en una ocasión, saliendo de la consulta de uno de los médicos, le oyó comentar en voz baja con la enfermera:
-¡Pues no qué ahora quiere el mestizo éste echarle la culpa de su color a una enfermedad!
En menos de seis meses, el color del primo de Lucio puede decirse que era ya negro, negro. Negro de los de la llamada África Negra. Él nunca se había considerado racista pero ahora, cuando se miraba las palmas de las manos, blancas como cogollos de lechuga, sus labios abultados y una piel dura y áspera como la lija, odiaba con todas sus fuerzas la raza negra.
Se atrincheró en su casa, saliendo sólo de noche cubierto con una gabardina y un pasamontañas, resbalando por las esquinas para que ningún conocido lo viera.
Hoy la prensa local se hace eco de la noticia:
-"Un hombre de raza negra organiza un escándalo en la Plaza de América. Con un sucinto taparrabos como único ropaje y armado con el palo de una fregona y la tapa de una cacerola a guisa de escudo, atacaba a todas las personas que cruzaban la plaza" "La policía consiguió reducirlo tras un violento forcejeo" "Se cree que pueda tratarse de un emigrante ilegal aunque el hombre, según fuentes de la comisaría, aportó la documentación que le acredita como ciudadano de nuestro país, desde su nacimiento"
Suscribirse a:
Entradas (Atom)