viernes, 26 de agosto de 2011

Microrrelatos de verano


Dedico esta entrada a una serie de breves relatos que he escrito en Eskup, red social de El Pais, participando en un concurso de "microrrelatos" sobre los placeres del verano que el diario convocó para el mes de agosto y cuyos relatos ganadores se han ido publicando en el suplemento dominical. 


La convocatoria exigía que cada relato no debía superar los 140 caracteres, incluidos puntos, comas y espacios.Podeis imaginar lo difícil que resulta plasmar una idea en tan corto espacio. No me han publicado ninguno ¡Qué le vamos a hacer! Pero he disfrutado mucho elaborando estos "relatillos"durante todo el mes de agosto y además tengo la satisfacción de tener el reconocimiento de algunos otros "cuentistas" que a través de Eskup me han felicitado por alguno de los "micros".




MICRORRELATOS  DE  VERANO (AGOSTO 2011) 



No llovía en agosto desde 1944 y nunca antes había pisado esa playa.Murphy tampoco.


Las huellas de unos pies en la arena se interrumpieron bruscamente.Quizás un cuerpo suspendido en el aire espera unos brazos donde alojarse.



Una ola me robó el bañador.Y yo le robé la espuma con la que me arropé al salir del agua.



El viento levantó su falda y se disfrazó de soplo para pasar lentamente por el desfiladero de sus muslos.



El mar esparció su esperma en la playa y nacieron cuerpos desnudos.



El gélido disparo de la piña colada acertó en mi entrecejo, revolviendo los cajones de mi cerebro.Desde entonces soy otro hombre.



Pedí una cerveza fría pero el calor de su mano de muñeca rusa, al servirla, elevó la temperatura varios grados.Bebí su mano en cada sorbo.



El barco se alejó tanto que la vela cortó el hilo del horizonte.



...Y el viento, en su cumpleaños, apagó las velas de los barcos



Sólo AQUEL verano fue inolvidable.Han pasado cincuenta años.



Levanté la piedra y el escorpión se mostró amenazante.Me miró y dando media vuelta se perdió en el pedregal.Me reconoció del verano pasado.



El tren ya no parará nunca en mi pueblo. Antes tampoco lo hizo, pero cada noche dormía con la esperanza de contar besos en el andén.



Era una mujer bellísima.Una Venus renacida.Me contó su pasado.Entonces y sólo entonces,me enamoré de ella, olvidando todas sus perfecciones.



Miré las blancas manchas de crema solar que salpicaron mi toalla y me acordé de ella...y del corto pero intenso verano que pasamos juntos.



Miré su perfume, oí su cuerpo, olí su voz. Una vez más mis sentidos enloquecieron ante su presencia.

Koly olió las maletas y miró con tristeza el coche.Su invisible antena captó el silbido.De un salto se acomodó en el asiento trasero.Gracias



El niño regresó al Sahara.¡Mamá,en esta playa hay mas arena que en España! ¡Cógeme en brazos y acércame al mar, que no lo veo!


Abrió la bolsa de playa y fue sacando el iPod, la iPad, el móvil, la cámara...y se dio cuenta que olvidó la crema solar y la toalla.

La sirena quedó varada en la playa.Nadie la creyó y la gente le preguntaba qué producto anunciaba.


Había enseñado a nadar a su hijo y a su nieto. El abuelo, sentado bajo la sombrilla con la mirada perdida, hoy no reconocía el mar.
Mis vacaciones pasan...y ella no llega....y ...yo....sigo esperando...y....tro..pe..zan..do..en..los..pun..tos..sus..pen..si..vos.....


Alquilé una avioneta que recorrió la playa con la pancarta: "Te quiero Eva". Pero ella no llevaba las lentillas y no distinguió mi mensaje.

En la arena escribí tu nombre pero como no te llamas María Isabel, no lo borré ¡que lo pise quien quiera! (anti-homenaje a Los Payos y a su antigua canción del verano)


Quise acortar tanto y tanto este relato que ahora no recuerdo como empieza.

El viento se empeña en la playa en que comencemos el libro una y otra vez.

Me propuse leer ese libro de más de quinientas páginas durante el verano. En la página diez me perdí en el bosque de la pereza.


El socorrista oteaba a la vigilante de la playa con sus prismáticos y ésta le correspondía con los suyos. Suerte que nadie necesitó ayuda.

¡Cómo se nota la crisis hasta en la corrupción! ¡Sólo necesité regalar tres bañadores al alcalde para que me adjudicaran el chiringuito!

Me era indiferente que el apartamento estuviera o no en primera línea de playa. Sólo deseaba que se encontrara en primera línea del SUYO.

Abrí en la playa una lata de mejillones y se me escaparon hacia el mar, sacudiéndose en su huída el escabeche.

La última cerveza siempre se esconde bajo el hielo en lo más profundo del contenedor.

Sesteaba bajo un árbol cuando escuché un eco de voz. Era la mía que se había alejado mientras dormía.

La casa de mi abuelo llevaba varios años deshabitada pero las hojas secas nunca se atrevieron a traspasar las ventanas.

¡Cómo estorba el cerebro cuando nos impide concentrarnos en una mirada! ¡Quiero mis ojos libres, no cautivos por esas cadenas en el cráneo!


Aún temblando, creo que de amor, anoté su email en una servilleta de papel. ¡Espero que a mamá no le haya ocurrido lavar mis pantalones!

La playa estaba acotada.Presenté mi DNI.Un policía me alejó de la orilla en una balsa de madera. Sólo entonces pude encender el cigarrillo.

Mastiqué arena arrastrada por el levante y me vino el sabor a mi primera infancia, cuando aún no tenía claro lo que era o no, comestible.

El pirata, ebrio de ron, enterró el loro y dibujó un mapa indescifrable.El tesoro lo invirtió en un segundo barco en primera línea de costa.

Como en el juego de la oca, me perdí en tu laberinto y regresé al 30 del mes pasado cuando aún sólo eras el reflejo de una realidad futura.

Cambié de Ciencias a Letras cuando la Física de tu cuerpo ya sólo me inspiraba la Sintaxis de palabras que formaban, sin esfuerzo, un poema.

¿Quien puso esta valla tan alta, llamada AGOSTO, en esta carrera de obstáculos llamada DIETA?

La pequeña gaviota, antes de salir, escuchó atenta el consejo de su madre: ¡Ten cuidado! ¡Aléjate de esos hombres que vuelan sobre tablas!

El sol jugaba con mi cuerpo y mi sombra. Me agaché y tomé una hora de arena que fue pasando lentamente a través del reloj de mi mano.

El F.M.I. (Fondo Marino Internacional) invirtió millones de ejemplares en ese Banco de Sardinas en quiebra tras caer en redes especuladoras.

Abracé con fuerza su cuerpo lleno de crema y se me escabulló como un pez hacia arriba golpeando mi mandíbula con su cabeza.¡Ah, el amor!

Mi editorial me exige un microrrelato con mucho, mucho sexo ¡Es lo que vende! Me dicen...Pero... por mucho que lo intento ...supero los140.

¿Un microrrelato que no incluya palabras como verano, amor, playa, arena, mar, olas, besos, luz, vacaciones, costa, calor? ¡Ya lo tengo!: YO

Como cada fin de verano, mi epitafio: "AQUÍ YACEN MIS SUEÑOS DE MAÑANA NO CUMPLIDOS"

Me dijeron en la tienda que era exclusivo. Pero lo peor es que a ELLA le queda mucho mejor el bikini que a mí.


Otra vez el cubo, la pala, el rastrillo, la arena. Pero ahora es el capataz quien me apremia. La hormigonera sigue dando vueltas y vueltas.

Abrí un mejillón y me encontré una perla. ¡Será el regalo de una ostra enamorada! Pensé.Guardé la perla y me comí el mejillón. C'est la vie!

Perdí la virginidad y las reglas, en ese orden, pero aún conservo la esperanza...¡Lo que no sé es en QUÉ! (declaración apócrifa de la Duquesa de Alba antes de su inminente matrimonio)

¡Charito, la recepcionista! ¡Tantos años trabajando a su lado y ahora que la he visto en la playa he descubierto que no sólo es simpática!

Me acomodé en la barca. Lancé la caña con fuerzas y perdí el equilibrio cayendo al mar. Neptuno anotó este hecho en su libro de incidencias.

Ese maniquí ¡Se parece tanto a mi profesora de inglés! Me paso las horas en el escaparate. ¡Qué bien le sienta ese vestidito azul tan corto!

"No es así como me imaginaba un día de playa", debió pensar aquel soldado durante el desembarco de Normandía

Me levanté tarde, el coche no me arrancó...perdí el autobús. Pues aún así, llegué a tiempo de probar su horrible tarta de manzana.

Nubes inmóviles, olas que no rompen y yo, paralizado. Un pincel golpea mi cabeza. Ahora sé que formo parte del paisaje de un Dios-Pintor.

Me di cuenta que no era buena cocinera el día en que su tortilla me supo mejor llena de hormigas que sólo con patatas y cebollas.

¡Por fin libre de pastillas estas vacaciones! Leo tranquilamente en la cama del hospital mientras veo correr el suero por mis venas.



Observo con curiosidad a mi nieto. Construye el mismo castillo de arena que yo hace 50 años...si exceptuamos la antena parabólica.


Agité más fuerte de lo normal mi abanico. No pude pegar ojo esa noche. Me tranquilizó ver que la prensa no hizo eco de ningún tsunami.


Los peces huyeron. Las barcas, desangradas, se desguazan solas. El faro es un esqueleto de ladrillos. Apenas queda nada de mi primer beso.

Ese riachuelo donde mojé mis pies junto a los tuyos. Ese árbol que creció con cicatrices de nuestros nombres. Esas tardes...tu luz...tú.