lunes, 7 de marzo de 2011

La batuta (cuento)


LA BATUTA



La batuta del director de orquesta salió despedida y su punta impactó en el ojo de un espectador que estaba dormido.

El espectador que estaba dormido, despertó sobresaltado y ante la sorpresa, realizó un movimiento brusco con los brazos, golpeando con un codo la cara de una señora que estaba a su lado.

La señora que estaba al lado del espectador que fue despertado violentamente por la batuta escapada de la mano del director de orquesta, desplazó su cabeza hacia el lado contrario del imprevisto codo, estrellándose en la boca de un señor con gafas que agarraba la mano de una chica menuda.

La boca del señor con gafas, golpeada por el cabeza de la señora en cuya cara a su vez impactó el codo del espectador que se despertó al ser alcanzado en un ojo por la batuta del director de orquesta, comenzó a sangrar salpicando la nuca de una señora de larga melena que se sentaba en la butaca delantera.

La señora de larga melena, cuyo pelo fue salpicado de sangre expulsada por la boca del señor con gafas, se sobresaltó y arrojó con violencia el bolso de mano que tras sobrevolar varias filas de butacas, aterrizó en la oreja de un hombrecillo diminuto que en ese momento intentaba descalzarse del pie derecho, a causa de un de un picor insoportable.

El hombrecillo, sorprendido por el bolso de la señora de larga melena, arrojado inconscientemente al percibir la sangre de la boca del señor con gafas, agredida por la cabeza de la señora golpeada por el codo del espectador que se encontraba dormido y despertado por la lacerante batuta del director de orquesta incrustada en su ojo, llevó su mano a la oreja al tiempo que desplazó el zapato hacia su izquierda, el cual impactó en la nariz de un hombre, ya anciano, que hojeaba el programa del concierto.

El anciano, soltó el programa y el bolígrafo con el que subrayaba algunos pasajes salió despedido, girando sobre sí mismo, aterrizando de punta sobre los senos de una señora que comentaba con su marido la grandiosa obertura de la orquesta. La señora, culpando del lance a algún insecto desconocido, interesado en sus protuberancias mamarias, desplazó el dorso de su mano derecha de tal manera que golpeó la cara de su marido, saliendo despedida una de sus lentillas.

El marido de la señora cuyos senos fueron sorprendidos por la punta de un bolígrafo con el que subrayaba el programa un señor anciano, a su vez golpeado en la nariz por el zapato de un hombrecillo de oreja enrojecida por el impacto del bolso de la señora de larga melena y cabello enrojecido por la sangre de la boca de un señor con gafas, golpeado por la cabeza de una señora que aún se dolía del codazo propinado en la cara por un espectador que se despertó con la batuta del director de orquesta en su ojo, emitió un grito estentóreo que hizo estremecer el aire de la sala de conciertos y que hizo levantar de sus asientos a los demás espectadores, los cuales corrieron despavoridos hacia la puerta de salida (alguien además había insinuado que se trataba de un fuego)

En pocos minutos, y ante la mirada perdida del director de la orquesta, cuyos miembros también abandonaron el escenario mezclándose entre el público, la sala quedó vacía.

Sólo brillaba en el suelo la batuta y algunas gotas de sangre.

Noviembre / 2003

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