viernes, 16 de diciembre de 2011

Tess

TESS

Nuestras manos dispararon sus dedos al mismo tiempo sobre el único ejemplar de ese libro que descansaba en la estantería. Ella soltó una sonora carcajada y yo le hice eco con una modesta sonrisa. Le cedí el turno pero ella se negó en redondo. Me propuso ir a otra librería donde ambos pudiésemos adquirir ESE mismo libro que casualmente habíamos escogido ESE día, en ESA librería y en ESE mismo instante.  

Ella se llamaba Tess, o al menos ese fue el nombre que propuso para este primer encuentro. Adiviné el origen del nombre y efectivamente ella me corroboró que provenía de la novela del mismo nombre del escritor inglés Thomas Hardy. Su padre le contó que esa obra guardaba un significado especial para él pero nunca dio más detalles. 

Fuimos caminando bajo una tibia y agradable neblina hasta alcanzar otra librería y en esta segunda oportunidad comprobamos que quedaban dos ejemplares de "nuestro" común libro. Cuando ella iba a tomar uno de ellos, una mano masculina coincidió con la suya sobre el libro. Tess y el desconocido se miraron fijamente y tras una pausa, ambos hilaron un rítmico rosario de risas. 


Hoy por hoy y no sé hasta cuando, Tess, Tomás (¡qué casualidad!) y yo compartimos un apartamento amueblado en un barrio periférico, recordando a esos personajes que Aute retrata en una de sus canciones.

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