jueves, 22 de diciembre de 2011

El Aspirante (relato corto)

EL  ASPIRANTE

La sala, de paredes tapizadas o más exactamente, acolchadas, de un color rojo escarlata, se encontraba insonorizada. El aspirante, sentado en un cómodo sillón de cuero a juego con las paredes, se adaptó bien los auriculares esperando instrucciones. Unos electrodos monitorizaban tanto el latido cardiaco como la respiración e incluso el flujo de las lágrimas así como otros rasgos emocionales como estremecimiento, erizamiento de piel, parpadeo etc.

La primera pieza musical que penetró en sus oídos fue el Impromptu opus 90 nº 3 de Schubert. Siguió She´s leaving home de The Beatles y después Va pensiero del coro de Nabuco de Verdi. Para finalizar esta fase de la selección sonó Mediterráneo de Joan Manuel Serrat.

Concluida la serie musical, los miembros del tribunal discutieron y valoraron los resultados. Estaba claro y el veredicto fue unánime. El aspirante, a pesar del excelente curriculum presentado y su dilatada experiencia, había mostrado evidentes signos de debilidad que denunciaban los lazos que lo ataban al mundo sensible. O lo que es lo mismo, una gran dosis de sentimentalismo. En modo alguno encajaba con el perfil exigido por la empresa para el puesto de jefe de personal y regulador de un necesario ajuste de las plantillas y cuya tarea primera y principal tendría que ser el despido de al menos 380 trabajadores de las distintas sucursales existentes en el país.

El aspirante, se secó con un pañuelo los restos de lágrimas que aún asomaban bajo sus párpados y tarareando Mediterráneo salió del recinto, marchándose sin despedirse y sin esperar a que le confirmasen lo que él ya sabía de antemano.








viernes, 16 de diciembre de 2011

Tess

TESS

Nuestras manos dispararon sus dedos al mismo tiempo sobre el único ejemplar de ese libro que descansaba en la estantería. Ella soltó una sonora carcajada y yo le hice eco con una modesta sonrisa. Le cedí el turno pero ella se negó en redondo. Me propuso ir a otra librería donde ambos pudiésemos adquirir ESE mismo libro que casualmente habíamos escogido ESE día, en ESA librería y en ESE mismo instante.  

Ella se llamaba Tess, o al menos ese fue el nombre que propuso para este primer encuentro. Adiviné el origen del nombre y efectivamente ella me corroboró que provenía de la novela del mismo nombre del escritor inglés Thomas Hardy. Su padre le contó que esa obra guardaba un significado especial para él pero nunca dio más detalles. 

Fuimos caminando bajo una tibia y agradable neblina hasta alcanzar otra librería y en esta segunda oportunidad comprobamos que quedaban dos ejemplares de "nuestro" común libro. Cuando ella iba a tomar uno de ellos, una mano masculina coincidió con la suya sobre el libro. Tess y el desconocido se miraron fijamente y tras una pausa, ambos hilaron un rítmico rosario de risas. 


Hoy por hoy y no sé hasta cuando, Tess, Tomás (¡qué casualidad!) y yo compartimos un apartamento amueblado en un barrio periférico, recordando a esos personajes que Aute retrata en una de sus canciones.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Gatos en Marruecos

Es bien sabido que los musulmanes profesan una especial atención a  los gatos.Y es más que posible que esa atracción provenga de la leyenda de Muezza, gata favorita de Mahoma. En mi reciente viaje a todo lo largo y ancho de Marruecos, me entretuve en fotografiar a algunos gatos que se me cruzaron en el camino. Al final, añado un perro, animal, por contra, rechazado en el mundo musulmán por impuro e incluso asimilado como el demonio si su color es negro. Curiosamente, sin ser gato, es el único que fotografié en un tejado.

Gato en una puerta azul. Chauen

Gato, fuente y basura. Chauen 

Gatos en plaza Lalla Aouda. Mequínez

Gato en los restos del granero de Mulay Ismail. Mequínez

Gato durmiendo en el comedor. Merzuga

Gatito en el suelo. Hotel Xaluca

Gato a través de un ventanuco. Kasbah Taurirt

Gato sentado. Tumbas Sadianas. Marrakech

Gato bajo la bandeja de té. Casa bereber

Perro sobre el tejado. Chauen






jueves, 1 de diciembre de 2011

La lluvia como inspiración

Hoy convoco a los dioses de la lluvia con estas diez canciones que la evocan en su título. Inicio el periplo con la famosa escena de "Cantando bajo la lluvia" de Gene Kelly y lo concluyo con Marc Anthony y su "Rain over me". Pero incluyo la  insuperable conjunción de voces de los Everly Brothers en una de las más bellas canciones de lluvia jamás escritas: "Crying in the rain"...y que la lluvia tiene su propio ritmo como nos recuerda el grupo The Cascades en su "Rhythm of the rain"...y que una italianita de delicadas formas y voz, llamada Gigliola Cinquetti, cantaba eso de que "la lluvia no moja nuestro amor" en su tema "La lluvia"...y ese grupo atolondrado de los "Cowsils" que consiguió cierto éxito con "The rain, the park and others things". Y no podía faltar una representación "hippie" de la lluvia: El grupo Move y "Flowers in the rain"
Añado dos lluviosas canciones de dos personajes atípicos pero muy interesantes. Por un lado Prince, con altibajos en su carrera pero que aquí borda "Purple rain", tema de gran fuerza y por otra parte la / el inclasificable Grace Jones y su versión de "Walking in the rain" en una, para mí, genial "performance".

Y no, no se me olvidan Los Beatles. ¡Como no iban a cantarle a la lluvia! Aquí tenéis este "Rain" tan indiscutiblemente suyo.

Si a estas alturas alguien desconoce que "rain" es lluvia en inglés, mejor que se dedique a la meteorología.

Espero que os guste este recorrido lluvioso y que traigan recuerdos agradables, con o sin paraguas.























martes, 29 de noviembre de 2011

El árbol de la India

EL ÁRBOL DE LA INDIA

De un viaje a la India traje semillas de un árbol cuyos frutos  me parecieron fascinantes. El guía, riéndose, tradujo las palabras del viejo a quien se las compré por algunas monedas de ínfimo valor. Afirmaba que el árbol cambiaba cada cierto tiempo de aspecto dando frutos distintos. Con poca fe en que prendieran, las planté en mi jardín y creció en poco tiempo un árbol frondoso y cargado de unos frutos amarillos para mí, desconocidos. Cada dos o tres meses cambiaba efectivamente de aspecto y daba frutos nuevos de diferentes colores y formas. 


Esta mañana escuché en el jardín ruidos como de niños jugueteando en una guardería. Observé que de las ramas del árbol colgaban unas cabecitas con ojos y bocas formando una algarabía de risas y  llantos. Me he encerrado en mi casa y no me atrevo a salir hasta que no venga mi jardinero.

viernes, 26 de agosto de 2011

Microrrelatos de verano


Dedico esta entrada a una serie de breves relatos que he escrito en Eskup, red social de El Pais, participando en un concurso de "microrrelatos" sobre los placeres del verano que el diario convocó para el mes de agosto y cuyos relatos ganadores se han ido publicando en el suplemento dominical. 


La convocatoria exigía que cada relato no debía superar los 140 caracteres, incluidos puntos, comas y espacios.Podeis imaginar lo difícil que resulta plasmar una idea en tan corto espacio. No me han publicado ninguno ¡Qué le vamos a hacer! Pero he disfrutado mucho elaborando estos "relatillos"durante todo el mes de agosto y además tengo la satisfacción de tener el reconocimiento de algunos otros "cuentistas" que a través de Eskup me han felicitado por alguno de los "micros".




MICRORRELATOS  DE  VERANO (AGOSTO 2011) 



No llovía en agosto desde 1944 y nunca antes había pisado esa playa.Murphy tampoco.


Las huellas de unos pies en la arena se interrumpieron bruscamente.Quizás un cuerpo suspendido en el aire espera unos brazos donde alojarse.



Una ola me robó el bañador.Y yo le robé la espuma con la que me arropé al salir del agua.



El viento levantó su falda y se disfrazó de soplo para pasar lentamente por el desfiladero de sus muslos.



El mar esparció su esperma en la playa y nacieron cuerpos desnudos.



El gélido disparo de la piña colada acertó en mi entrecejo, revolviendo los cajones de mi cerebro.Desde entonces soy otro hombre.



Pedí una cerveza fría pero el calor de su mano de muñeca rusa, al servirla, elevó la temperatura varios grados.Bebí su mano en cada sorbo.



El barco se alejó tanto que la vela cortó el hilo del horizonte.



...Y el viento, en su cumpleaños, apagó las velas de los barcos



Sólo AQUEL verano fue inolvidable.Han pasado cincuenta años.



Levanté la piedra y el escorpión se mostró amenazante.Me miró y dando media vuelta se perdió en el pedregal.Me reconoció del verano pasado.



El tren ya no parará nunca en mi pueblo. Antes tampoco lo hizo, pero cada noche dormía con la esperanza de contar besos en el andén.



Era una mujer bellísima.Una Venus renacida.Me contó su pasado.Entonces y sólo entonces,me enamoré de ella, olvidando todas sus perfecciones.



Miré las blancas manchas de crema solar que salpicaron mi toalla y me acordé de ella...y del corto pero intenso verano que pasamos juntos.



Miré su perfume, oí su cuerpo, olí su voz. Una vez más mis sentidos enloquecieron ante su presencia.

Koly olió las maletas y miró con tristeza el coche.Su invisible antena captó el silbido.De un salto se acomodó en el asiento trasero.Gracias



El niño regresó al Sahara.¡Mamá,en esta playa hay mas arena que en España! ¡Cógeme en brazos y acércame al mar, que no lo veo!


Abrió la bolsa de playa y fue sacando el iPod, la iPad, el móvil, la cámara...y se dio cuenta que olvidó la crema solar y la toalla.

La sirena quedó varada en la playa.Nadie la creyó y la gente le preguntaba qué producto anunciaba.


Había enseñado a nadar a su hijo y a su nieto. El abuelo, sentado bajo la sombrilla con la mirada perdida, hoy no reconocía el mar.
Mis vacaciones pasan...y ella no llega....y ...yo....sigo esperando...y....tro..pe..zan..do..en..los..pun..tos..sus..pen..si..vos.....


Alquilé una avioneta que recorrió la playa con la pancarta: "Te quiero Eva". Pero ella no llevaba las lentillas y no distinguió mi mensaje.

En la arena escribí tu nombre pero como no te llamas María Isabel, no lo borré ¡que lo pise quien quiera! (anti-homenaje a Los Payos y a su antigua canción del verano)


Quise acortar tanto y tanto este relato que ahora no recuerdo como empieza.

El viento se empeña en la playa en que comencemos el libro una y otra vez.

Me propuse leer ese libro de más de quinientas páginas durante el verano. En la página diez me perdí en el bosque de la pereza.


El socorrista oteaba a la vigilante de la playa con sus prismáticos y ésta le correspondía con los suyos. Suerte que nadie necesitó ayuda.

¡Cómo se nota la crisis hasta en la corrupción! ¡Sólo necesité regalar tres bañadores al alcalde para que me adjudicaran el chiringuito!

Me era indiferente que el apartamento estuviera o no en primera línea de playa. Sólo deseaba que se encontrara en primera línea del SUYO.

Abrí en la playa una lata de mejillones y se me escaparon hacia el mar, sacudiéndose en su huída el escabeche.

La última cerveza siempre se esconde bajo el hielo en lo más profundo del contenedor.

Sesteaba bajo un árbol cuando escuché un eco de voz. Era la mía que se había alejado mientras dormía.

La casa de mi abuelo llevaba varios años deshabitada pero las hojas secas nunca se atrevieron a traspasar las ventanas.

¡Cómo estorba el cerebro cuando nos impide concentrarnos en una mirada! ¡Quiero mis ojos libres, no cautivos por esas cadenas en el cráneo!


Aún temblando, creo que de amor, anoté su email en una servilleta de papel. ¡Espero que a mamá no le haya ocurrido lavar mis pantalones!

La playa estaba acotada.Presenté mi DNI.Un policía me alejó de la orilla en una balsa de madera. Sólo entonces pude encender el cigarrillo.

Mastiqué arena arrastrada por el levante y me vino el sabor a mi primera infancia, cuando aún no tenía claro lo que era o no, comestible.

El pirata, ebrio de ron, enterró el loro y dibujó un mapa indescifrable.El tesoro lo invirtió en un segundo barco en primera línea de costa.

Como en el juego de la oca, me perdí en tu laberinto y regresé al 30 del mes pasado cuando aún sólo eras el reflejo de una realidad futura.

Cambié de Ciencias a Letras cuando la Física de tu cuerpo ya sólo me inspiraba la Sintaxis de palabras que formaban, sin esfuerzo, un poema.

¿Quien puso esta valla tan alta, llamada AGOSTO, en esta carrera de obstáculos llamada DIETA?

La pequeña gaviota, antes de salir, escuchó atenta el consejo de su madre: ¡Ten cuidado! ¡Aléjate de esos hombres que vuelan sobre tablas!

El sol jugaba con mi cuerpo y mi sombra. Me agaché y tomé una hora de arena que fue pasando lentamente a través del reloj de mi mano.

El F.M.I. (Fondo Marino Internacional) invirtió millones de ejemplares en ese Banco de Sardinas en quiebra tras caer en redes especuladoras.

Abracé con fuerza su cuerpo lleno de crema y se me escabulló como un pez hacia arriba golpeando mi mandíbula con su cabeza.¡Ah, el amor!

Mi editorial me exige un microrrelato con mucho, mucho sexo ¡Es lo que vende! Me dicen...Pero... por mucho que lo intento ...supero los140.

¿Un microrrelato que no incluya palabras como verano, amor, playa, arena, mar, olas, besos, luz, vacaciones, costa, calor? ¡Ya lo tengo!: YO

Como cada fin de verano, mi epitafio: "AQUÍ YACEN MIS SUEÑOS DE MAÑANA NO CUMPLIDOS"

Me dijeron en la tienda que era exclusivo. Pero lo peor es que a ELLA le queda mucho mejor el bikini que a mí.


Otra vez el cubo, la pala, el rastrillo, la arena. Pero ahora es el capataz quien me apremia. La hormigonera sigue dando vueltas y vueltas.

Abrí un mejillón y me encontré una perla. ¡Será el regalo de una ostra enamorada! Pensé.Guardé la perla y me comí el mejillón. C'est la vie!

Perdí la virginidad y las reglas, en ese orden, pero aún conservo la esperanza...¡Lo que no sé es en QUÉ! (declaración apócrifa de la Duquesa de Alba antes de su inminente matrimonio)

¡Charito, la recepcionista! ¡Tantos años trabajando a su lado y ahora que la he visto en la playa he descubierto que no sólo es simpática!

Me acomodé en la barca. Lancé la caña con fuerzas y perdí el equilibrio cayendo al mar. Neptuno anotó este hecho en su libro de incidencias.

Ese maniquí ¡Se parece tanto a mi profesora de inglés! Me paso las horas en el escaparate. ¡Qué bien le sienta ese vestidito azul tan corto!

"No es así como me imaginaba un día de playa", debió pensar aquel soldado durante el desembarco de Normandía

Me levanté tarde, el coche no me arrancó...perdí el autobús. Pues aún así, llegué a tiempo de probar su horrible tarta de manzana.

Nubes inmóviles, olas que no rompen y yo, paralizado. Un pincel golpea mi cabeza. Ahora sé que formo parte del paisaje de un Dios-Pintor.

Me di cuenta que no era buena cocinera el día en que su tortilla me supo mejor llena de hormigas que sólo con patatas y cebollas.

¡Por fin libre de pastillas estas vacaciones! Leo tranquilamente en la cama del hospital mientras veo correr el suero por mis venas.



Observo con curiosidad a mi nieto. Construye el mismo castillo de arena que yo hace 50 años...si exceptuamos la antena parabólica.


Agité más fuerte de lo normal mi abanico. No pude pegar ojo esa noche. Me tranquilizó ver que la prensa no hizo eco de ningún tsunami.


Los peces huyeron. Las barcas, desangradas, se desguazan solas. El faro es un esqueleto de ladrillos. Apenas queda nada de mi primer beso.

Ese riachuelo donde mojé mis pies junto a los tuyos. Ese árbol que creció con cicatrices de nuestros nombres. Esas tardes...tu luz...tú.

miércoles, 27 de julio de 2011

Versiones

Subo estos dos temas en dos versiones distintas. Se trata de dos canciones, acarameladas, simples, que tuvieron bastante éxito en su época en versiones originales (Sea of Love de Phil Phillips a finales de los 50' - aunque subo la versión algo posterior de Shakin' Stevens  y Ruby Baby de Dion de principios de los 60') Ambas, han sido reinterpretadas en numerosas ocasiones pero nunca como la versionaron Björk y Tom Waits, dos heterodoxos del panorama musical que a mí particularmente me gustan y que son capaces de sacar petróleo de una alcantarilla.







domingo, 24 de julio de 2011

El Crucero (cuento)


EL CRUCERO

En un crucero hay algo peor que un naufragio. Y es que te toque un tío pesado que no se despegue de ti durante todo el viaje.

Amanda y yo habíamos reservado, hacía meses, un crucero de siete días de duración para celebrar nuestro quinto aniversario de boda. En la primera jornada, durante el almuerzo, se nos sentó al lado un hombre de baja estatura, algo grueso y calvo que, una vez que se presentó, estuvo hablando hasta los postres. Al principio nos resultó un tipo muy simpático y dicharachero y hasta cierto punto disfrutamos de su compañía. Era de esa clase de personas que antes de hablar de sí mismo se remonta a varias generaciones para ponernos en situación.

Por la tarde, nos abordó en el bar de cubierta mientras tomábamos un café y no nos abandonó hasta bien entrada la noche. La cena fue un monólogo por su parte. Conocíamos toda su vida y todas las circunstancias personales que puedan ocurrírsele a uno. Nos retiramos al camarote y apenas nos habíamos desnudado sonaron unos golpes en la puerta. Era él, con un ridículo pijama a rayas y sonriendo comentó en voz alta:

  • ¡Vaya! ¡Qué casualidad! ¡Somos vecinos! Os he visto entrar en el camarote frente al mío.

Costó media hora de conversación en la puerta hasta que se marchó, no sin seguir hablando, al tiempo que reculaba hacia su camarote.

Al segundo día intentamos cambiar de lugar durante el almuerzo (teníamos reservado el mismo sitio durante toda la travesía) pero nos fue imposible. Al segundo plato, me dolía la cabeza de escuchar su salmodia sin fin. Creíamos que conocíamos ya toda su vida pero iban apareciendo nuevos temas de conversación a cual más intrascendente y aburrido. Aprovechaba cualquier asunto para repasar todo su repertorio.

  • ¿Sabéis como se preparan unas buenas alcachofas? Mi abuela que vivía en la finca “El Corralillo” las hacía de lujo.

Y se explayaba con la receta de su abuela y después nos explicaba como era “El Corralillo”, cuantas hectáreas tenía, qué castaño daba mejor sombra a la hora de la siesta y bla, bla, bla.

La noche de disfraces, cuando Amanda y yo nos creíamos salvado pues íbamos de fantasmas, se nos acercó disfrazado de vampiro y golpeándonos en los hombros dijo:

  • ¡Os he reconocido, fantasmitas!

No se despegó de nosotros en toda la noche.

Otro día, durante la siesta, volvió a llamar de manera insistente en nuestro camarote y con una risa estúpida preguntó

  • ¡Parejita! ¿Teneis por ahí un cortaúñas de los buenos?

Y señalando sus pies desnudos añadió:

  • ¡Tengo garras en vez de uñas! ¡Y se me han olvidado los alicates en casa!

Y dando risotadas entró y se acomodó en una silla comenzando a referir lo que le ocurrió a un tío-abuelo suyo en la guerra cuando tuvo que cambiar de botas por culpa de las uñas que le crecían de una manera descomunal.

Otra mañana, durante el desayuno y en voz alta, nos recriminó de manera “cariñosa” haciendo un gesto muy expresivo con la mano:

  • ¡Vaya! ¿Qué pasó anoche? ¡Ni el ruido del barco fue capaz de tapar el meneo de la litera!

Amanda enrojeció y yo con una sonrisa fingida desvié la conversación consiguiendo que el individuo cogiera el hilo de su propia madeja verbal que no soltó hasta concluir el desayuno.

La cuarta noche, en la que Amanda y yo queríamos celebrar nuestro aniversario con champán en un reservado del pub musical, se nos acercó sentándose en nuestra mesa, diciendo

  • ¡Vaya, parejita! ¡De celebración! ¿no? ¡Permitirme que me una a vuestra alegría!

Y llamando al camarero pidió una copa donde se sirvió una buena dosis de cava.

El hombre conocía perfectamente nuestros horarios de comidas y por mucho que la modificábamos siempre coincidía en la mesa con nosotros. Amanda y yo apenas disponíamos de algunos momentos de intimidad y nos desplazábamos por el barco mirando a un lado y a otro para no encontrarnos con el "plomo", como lo llamábamos entre nosotros.

La noche última, me encontraba sólo en cubierta fumando mientras Amanda se arreglaba para la cena, cuando el hombre apareció a lo lejos acercándose a mí y diciendo en la distancia

  • ¡Que bonita noche hace! ¡Os he estado buscando toda la tarde! ¿Dónde os habéis metido?

Amanda y yo, habíamos estado prácticamente escondidos en la sauna del gimnasio, de donde salimos arrugados como pasas.

De pronto por mi cabeza, como en una película, pasó la escena. Miré hacia el agua y dije al hombrecillo con voz de vigía.

  • ¡Mire! ¡Un atún enorme al costado del buque!

El hombre intentaba verlo en la penumbra

  • ¡No veo nada!

  • ¡Inclínese más! ¡Ya le he dicho que está casi pegado al casco!

Sacó la cabeza a través de la barandilla, elevando algo los pies, momento que yo aproveché para agarrarlo por las piernas a la altura de las corvas y de un fuerte impulso lo arroje al mar. El viento y el ruido del barco silenciaron su estentóreo grito. Nadie, salvo yo, permanecía en esa zona de cubierta.


Ocupamos nuestro lugar en la mesa. La silla del hombre permanecía vacía esperando a alguien que nunca se sentaría en ella. Dije a Amanda

  • ¡Esta noche presumo que va a ser una noche inolvidable!

Amanda sonrió y dijo

  • ¡No cantes victoria! ¡El "plomo" puede aparecer en cualquier momento!....

  • ¡No lo creo…! Contesté a media voz. "Los plomos no flotan" - pensé para mis adentros-

......    Y esa noche Amanda y yo hicimos el amor mejor que nunca.


13-junio 2011

lunes, 18 de julio de 2011

Soneto

SONETO

El poeta no muere, se desangra
Por sus ágiles dedos pierde vida
Ganándole a la pluma la partida
Recorriendo el papel con sus palabras

Como el ave fértil que el aire labra
Buscando el árbol que su amor anida
Así el poeta con su mano herida
Deja el rastro donde percute el alma

Los versos uno a uno van rimando
Vagones de ese tren que no descansa
Rosario de poemas destilando
Y en ojos, afiladas como lanzas
Se clavan letra a letra suspirando
Hasta que el soneto su fin alcanza

marzo/abril 2010

lunes, 11 de julio de 2011

La Playa

                                      LA  PLAYA  (Cuento tétrico de verano)

Murió un veinticuatro de agosto en la playa "Las Rocallas", rodeado de gente, un día de calor sofocante. Tomaba el sol en una tumbona, con sus gafas oscuras, una gorra con el escudo del Levante C.F. y una camiseta blanca con la leyenda en letras azules: "Venecia sin tí no es Venecia", cuando su corazón dejó de latir. Llevaba unas bermudas de rayas verdes y amarillas y a su lado descansaba una bolsa trasparente con diversos objetos personales.
Su cuerpo, mirando hacia el cielo, era uno más entre los centenares de cuerpos que, en la misma posición, se tostaban al sol esa mañana. Nadie se apercibió que su pecho ya no se elevaba al respirar y parecía dormir placidamente.
La gente iba abandonando la playa y al atardecer podían contarse las personas que permanecían en ella. El cuerpo del hombre seguía inmóvil y sólo la brisa desplazaba levemente algunas briznas de su cabello. Algunas de las personas que pasaban a esa hora por su lado, comentaban en voz baja lo ridículo que parecía con sus gafas oscuras ante un sol apunto de ocultarse en el horizonte.
Llegó la noche y la figura del cuerpo inerte destacaba en la soledad de la arena. Algunas parejas que paseaban, sonreían al verlo. De madrugada, dos vigilantes, advirtiendo su presencia, siguieron su marcha comentando:
  • ¡Estos guiris cada vez son más raros!
Al amanecer, el conductor de una máquina de limpieza ni se molestó en gritarle para que se apartara y se limitó a bordearlo, limpiando a su alrededor. A medida que transcurría la mañana, la playa se iba llenando de bañistas. El cuerpo, a esas horas, pasaba más desapercibido. Una pelota, impulsada por un niño, le golpeó en un costado. La madre gritó:
  • ¡Niño, deja la pelota! ¡No ves que estás molestando a ese señor!
Sobre las tres de la tarde del segundo día, la piel, seca y amojamada, presentaba una tonalidad aperlada, indefinida, con algunas livideces asomando bajo sus caderas y brazos. Empezaba a oler mal y las personas que plantaban sus sombrillas a su lado, no tardaban en retirarse. Así, alrededor del cuerpo se hizo un curioso círculo sanitario. De vez en cuando era visible la presencia de una nubecilla de moscas en torno a la tumbona. Un ladronzuelo que acechaba el lugar, se acercó sigilosamente por detrás y tomó la bolsa retirándose dando grandes zancadas.
Bien entrado el atardecer, cuando el cuerpo se adueñaba de la casi desierta playa, las gaviotas revoloteaban por encima e incluso alguna se atrevía a picotear entre los dedos de unos pies lívidos y fríos.
La humedad y otras condiciones climáticas, por esas cosas raras que pasan, llegaron a momificar el cuerpo, sin descomponerlo. Y así, permaneció varios días con sus noches, hasta que terminó la temporada de verano.
La marea fue minando la arena hasta alcanzar la hamaca que se fue hundiendo poco  a poco. Llegó el momento que ésta daba bandazos de un lado a otro hasta que un golpe de ola arrojó al mar el cuerpo que, flotando como un tronco seco, se fue alejando de la costa hasta desaparecer digerido por un insaciable mar.

13 de junio de 2011

jueves, 30 de junio de 2011

El Desván (cuento)


EL DESVÁN

Diez escalones de madera separaban el piso superior de mi casa del desván. El quinto o el sexto, no recuerdo bien, crujía al pisarlo como la pata de palo de un pirata en la cubierta de un barco y que yo reconocía en las películas de bucaneros que tanto me gustaban.

Una mezcla de curiosidad y miedo acompañaba mis frecuentes subidas a ese mundo misterioso, lleno de numerosos objetos de la más diversa procedencia. Al principio vencía el miedo haciéndome acompañar por niños de mi edad a los que a su vez yo les inyectaba parte de mi temor a lo desconocido, inventando mil historias sobre el desván. Pero con el tiempo prefería ir solo a pesar de mi corta edad, no más de nueve años, pasando todo el tiempo que podía en ese “mi pequeño mundo”.

Una tarde descubrí en uno de los baúles unos dardos de colores, ya mohosos pero que aún conservaban afiladas sus puntas. Tomando uno de ellos lo lancé con fuerza hacia una especie de maniquí-percha en cuya cabeza descansaba, desde hacía Dios sabe cuando, un sombrero con plumas de mi madre. Acerté a la primera y el dardo se clavó en la frente del maniquí cuya cabeza se desprendió del resto cayendo a plomo por detrás de una pila de libros. Me asusté y me marché bajando los escalones de dos en dos.

Mi madre regresó al día siguiente de un corto viaje (mi padre murió antes de que yo tuviera uso de razón) y en la puerta oí un alboroto del que sólo podía distinguir los gritos y frases sin sentido que ella emitía sin parar. La acompañaban dos mujeres para mí desconocidas y que la trasladaron a su dormitorio, acostándola entre quejidos y lamentos.

Permanecí ajeno a la situación de mi madre durante varios días. Ella seguía encamada y cuando no dormía, algo que hacía probablemente por efecto de algún narcótico, daba voces, insultando y vomitando palabras soeces que antes nunca había oído en sus labios.Cuando me acercaba a su cuarto, Mariela, la sirvienta, me mantenía alejado y si preguntaba qué le pasaba a mi mamá, ella me contestaba con evasivas o simplemente con la frase “está malita pero pronto se pondrá bien”. Algunas noches sus voces llegaban a despertarme y yo entonces escondía la cabeza bajo la almohada para no escucharla.

Una mañana, dos hombre muy fuertes entraron en su habitación y en un descuido de Mariela pude ver a través de una rendija cómo colocaban a mi madre una especie de camisón blanco con correas dejándola inmovilizada, mientras ella escupía y maldecía a todo el mundo. La sacaron en volandas y la trasportaron hacia la puerta donde una furgoneta con una sirena apagada, esperaba con el motor en marcha.

A pesar de que la sirvienta intentó ocultarme la escena, me dió tiempo a ver a mi madre apenas unos segundos, pudiendo comprobar que en su frente destacaba un punto rojo del que se desprendía una gruesa gota de sangre. Aunque no lo llevaba, ví claramente sobre su cabeza un sombrero con plumas.

27 abril 2011

martes, 31 de mayo de 2011

Las Hojas Muertas (Les Feuilles Mortes)

"Las Hojas Muertas", traducción de la canción francesa  "Les Feuilles Mortes" ("Autumn Leaves" en inglés) creada en 1945 con letra de Jacques Prévert y música de Joseph Kosma, versionada hasta la saciedad en todos los idiomas.
Cuelgo estas cinco extraordinarias versiones. Desde el recordado Nat King Cole hasta la magistral e impresionante interpretación de Stanley Jordan con dos guitarras al mismo tiempo, pasando por la cálida voz de Eric Clapton, la sencilla y serena voz de Eva Cassidy a la guitarra y la versión en francés del simpar Andrea Bocelli.
Añado la letra original, en francés, traducida al español (por cierto Bocelli sólo canta la segunda estrofa en esta versión, aunque en realidad la letra restante es más para ser recitada que cantada)














Oh! je voudrais tant que tu te souviennes,
Des jours heureux où nous étions amis,
En ce temps-là, la vie était plus belle,
Et le soleil plus brûlant qu'aujourd'hui.
Les feuilles mortes se ramassent à la pelle,
Tu vois, je n'ai pas oublié.
Les feuilles mortes se ramassent à la pelle,
Les souvenirs et les regrets aussi.
Et le vent du Nord les emporte,
Dans la nuit froide de l'oubli.
Tu vois, je n'ai pas oublié
La chanson que tu me chantais...

(Oh! De verdad, espero que recuerdes
aquellos días en los que éramos amigos.
En aquellos momentos la vida era más bella
y el sol brillaba mas que ahora.
Las hojas secas se amontonan en el rastrillo.
Como ves, no he olvidado...
Las hojas secas en el rastrillo se amontonan,
como lo hacen los recuerdos y lamentos,
y el viento del norte los acarrea
al olvido de la noche fria.
Como ves, no he olvidado
la canción que solias cantarme.)

C'est une chanson qui nous ressemble,
Toi qui m'aimais, moi qui t'aimais.
Nous vivions tous les deux ensemble,
Toi qui m'aimais, moi qui t'aimais.
Mais la vie sépare ceux qui s'aiment,
Tout doucement sans faire de bruit.
Et la mer efface sur le sable,
Les pas des amants désunis.

(Es una canción que nos asemeja.
Tu me amabas y yo te amaba
y ambos vivimos juntos.
Tu me amabas y yo te amaba.
Pero la vida separa a aquellos que se aman,
suavemente, sin hacer ruido,
y el mar borra de la arena
las pisadas de los amantes separados.)

Les feuilles mortes se ramassent à la pelle,
Les souvenirs et les regrets aussi
Mais mon amour silencieux et fidèle
Sourit toujours et remercie la vie.
Je t'aimais tant, tu étais si jolie.
Comment veux-tu que je t'oublie ?
En ce temps-là, la vie était plus belle
Et le soleil plus brûlant qu'aujourd'hui.
Tu étais ma plus douce amie
Mais je n'ai que faire des regrets
Et la chanson que tu chantais,
Toujours, toujours je l'entendrai !

(Las hojas secas se amontonan en el rastrillo
como lo hacen los recuerdos y lamentos,
pero mi amor, silencioso y fiel,
siempre sonrie y esta agradecido de por vida.
Te ame tanto, eras tan bella
¿cómo quieres que te olvide?
En aquellos momentos la vida era más bella
y el sol brillaba más que ahora.
Tu eras mi dulce amiga.
Pero yo solo me he lamentado.
Y la canción que solías cantar,
Siempre, siempre la escucho!)

sábado, 28 de mayo de 2011

El Accidente (cuento)


EL ACCIDENTE

Debí quedarme dormido. Volví en sí ya fuera de la autopista al golpear mi cabeza con el espejo interior del coche cuando éste aterrizó en una especie de ciénaga que probablemente amortiguó su caida. El cinturón de seguridad había impedido que saliera despedido. Abrí la portezuela, aún aturdido, y mis pies se hundieron hasta los tobillos en un coctel de agua y lodo.

Ví, no lejos, la tenue luz de lo que parecía una casa rural y hacia allí me dirigí, si bien a duras penas a través de un barrizal que frenaba cada uno de mis pasos.

El portón de la vivienda estaba entreabierto y a pesar de mis reiterados golpes con el puño sobre la madera y mis llamadas gritando “¿Hay alguien ahí?, nadie respondía. Entré lentamente, escudriñando el interior, cuando una vocecita surgió de una de las habitaciones. Una mujer, casi anciana, me saludó con mucho agrado al tiempo que me invitó a pasar. Antes de que yo intentara explicar lo sucedido me dijo con voz entrecortada:

  • ¡Siéntese usted y quítese los zapatos, estará más cómodo! Y añadió:
  • ¡Ya es tarde, casi la hora de la cena! ¿Le apetece un caldito? Tengo también unas patatas, de nuestra huerta, guisadas con carne y que le van a encantar. Y desapareció dando cortos pasitos hacia donde supuse que estaba la cocina.

Me sentía cansado, derrotado. Los huesos protestaban a cada movimiento y haciéndole caso me acomodé en una vieja butaca que alguna vez fue de cuero limpio, liberando mis pies de unos embarrados zapatos y dejando al aire unos calcetines llenos de un limo verdoso.

Entré en un duerme-vela del que salí al notar los toquecitos que la mujer me daba en un hombro. Un plato de sopa humeaba sobre el mantel de hule a cuadros que cubría una desvencijada mesa. A su lado, otro plato rebosaba de patatas con trozos de carne.

  • ¡Le he traído ropa seca para que se cambie! ¡Está usted empapado! Era de mi marido pero está limpia y no tema, el pobre murió muy sano.

Esta frase me hizo sonreir. La cabeza me daba vueltas y por mucho que yo insistía en hablar de mi accidente ella me oía como ausente y seguía el hilo de su conversación como si nada. Por fín, lo único que puede arrancar de sus labios fue:

  • ¡Un accidente! ¡Ah! ¡Bueno! ¡No se preocupe! ¡Ya estamos.....bueno, estoy acostumbrada a estas situaciones! Lo que importa es que usted descanse y se encuentre como en su casa. Dios premia a los que socorren a los necesitados. Y se santiguó.


El canto de un gallo me despertó apenas amaneciendo. Estaba acostado en una cama de matrimonio con un cabezal de hierro enmohecido, en una habitación repleta de imágenes y objetos religiosos.

Llevaba puesto unos pantalones anchos de pana negra y una camisa de paño grueso. No recordaba nada desde la noche anterior. A los pies de la cama se asomaban una botas bastas de cuero. Me levanté, me calcé y dí una vuelta por la casa sin encontrar a nadie. Di algunas voces llamando la atención pero sólo me contestó el cacareo de unas gallinas a las que ví picoteando, a través de una ventana con los cristales rotos.

No había teléfono y mi móvil Dios sabe donde acabaría tras el accidente. El portón seguía abierto. Las botas me estaban grandes y andaba dando zapatazos buscando el equilibrio.

La mañana era espléndida. El sol acababa como quien dice de despertar, como yo, e iluminaba una enorma extensión de campo alfombrado de pastos y trigales. Ni una gota de barro ensuciaba el paisaje. No se veía ninguna señal de vida en todo lo que mi vista alcanzaba. Anduve en la dirección hacia donde creía haber sufrido el despiste que me sacó del asfalto y tras caminar más de media hora (no tardé ni diez minutos la noche anterior desde el sitio del accidente hasta la casa) seguía pisando hierba y más hierba.

Algo retirado de mi ruta oteé a un hombre sentado en una piedra con un cayado en la mano. Me acerqué y le pregunté hacia donde quedaba la autopista.

  • ¿La autopista? Y se echó a reir. ¡Ojalà! Aquí la carretera más próxima no la encontrará usted a menos de 50 kilómetros. Estamos aislados del mundo. ¡Nadie se acuerda de nosotros!

Volví sobre mis pasos....pero no encontré tampoco la casa donde me refugié.

28 de abril de 2011

jueves, 19 de mayo de 2011

Edificios raros

Siempre me han atraído las innovaciones y el atrevimiento en cualquier faceta del arte. Yo no sé si viviría en alguno de estos edificios (casa-coche, casa-bota, hotel- perro.....incluso taza de water...) pero no dejan de sorprender por su originalidad.
Estos son algunos ejemplos de edificios singulares. De ellos sólo conozco "in situ" las Cubic Houses de Rotterdam. Si alguien tiene alguna experiencia que lo cuente....o calle para siempre.




Siempre
Auto-residencia (Salzburgo-Austria-)

Librería pública (Kansas City)

Cubic Houses (Rotterdam - Holanda-)

Habitat 67 (Monttreal - Canadá -)

Haines Shoe House (Pennsylvania)

Nord LB Building (Hannover-Alemania-)

Piano House (An Hui Province- China-)

Oficina Central Banknote (Kaunas - Lituania -)

Basket House (Licking County - Ohio -)


Casa Torcida (Sopot - Polonia -)

Centro Comercial Selfridges (Birmingham - Inglaterra -)

Casa Danzante (Praga)

Dog Bark Park Inn - hotel - (Cottonwood - Idaho -)

Edificio Cödigo de Barras ( San Petesburgo -Rusia -)

Tianzi Hotel (Provincia de Hebei - China -)

Toilet House (una taza de water) (Suwon, provincia de Gyeonggi - Corea -)

The Teapot Dome Gas Station (Zillah - Washington -)