viernes, 20 de enero de 2012

Se vende fuego

Abrió un tenderete en el mercado de su pueblo, rodeado de puestos y kioskos de pescado, carne, frutas, verduras y otros artículos variados. Vendía armamento de diversa procedencia, señalizado  por unos letreros de cartón escritos en rojo, toscamente enganchados con alambre irregular a cada producto y en los que se publicitaba el tipo de arma y su precio, como por ejm:

  • Granadas de mano aún sin estallar de la guerra del Golfo a 50 € / unidad
  • Un obús nuevo, requisado en la frontera marroquí: 1000 €
  • Bolsas de balas de kalashnikov, 80 € / bolsa de 10 kg.
  • Restos de uranio enriquecido, en diminutos lingotes, a 1500 €
  • Fusiles de asalto AN-94, descatalogados, a 300 €
Y así, diferentes armas, adjuntando una breve reseña explicativa de cada producto en una hoja cuadriculada, como arrancada de una libreta infantil, donde intentaba justificar su origen, cualidades e instrucciones de uso.


Cuando el policía municipal le solicitó la licencia de apertura, él mostró los preceptivos permisos y la documentación pertinente, todo ello perfectamente en regla.


Todos se acostumbraron a su diaria rutina, preparando la trabajosa instalación del material en el tenderete y su no menos laboriosa retirada a la hora del cierre, al fin y al cabo, como un vendedor más que expone su mercancía al público.


Nadie denunció el caso, hasta que un día, una señora tropezó con las patas de una ametralladora ligera Mk-48, lastimándose un tobillo. Entonces y sólo entonces,las autoridades le conminaron a cerrar el puesto de venta hasta nueva orden.


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